La igualdad entre mujeres y hombres es un prerrequisito indispensable para lograr un verdadero desarrollo humano que mejore efectivamente la vida y las oportunidades de las personas. Esto supone el pleno y universal derecho de hombres y mujeres al disfrute de la ciudadanía, no solamente política sino también civil y social. Y el medio para lograrlo es la equidad de género, entendida como la justicia en el tratamiento a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas necesidades específicas.
Esta convicción ha motivado la lucha histórica de organizaciones de mujeres y feministas en el último siglo. La creación del concepto de género en los años setenta por parte de las académicas feministas signifi có un cambio epistemológico sin precedentes, y dio lugar a la creación de un amplio conjunto de teorías, enfoques y herramientas que han hecho posible que los distintos actores del desarrollo hayan involucrado paulatinamente en su cotidianidad la noción de igualdad de género.
Esta convicción ha motivado la lucha histórica de organizaciones de mujeres y feministas en el último siglo. La creación del concepto de género en los años setenta por parte de las académicas feministas signifi có un cambio epistemológico sin precedentes, y dio lugar a la creación de un amplio conjunto de teorías, enfoques y herramientas que han hecho posible que los distintos actores del desarrollo hayan involucrado paulatinamente en su cotidianidad la noción de igualdad de género.
La IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres, realizada en Beijing en 1995, supuso nuevos avances al lograr que la comunidad internacional manifestara su compromiso para alcanzar la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Para ello se identifi caron dos estrategias: el mainstreaming de género en todos los procesos de toma de decisiones y en la ejecución de políticas y la estrategia del empoderamiento de las mujeres.
Pese a estos importantes avances, las desigualdades entre mujeres y hombres perduran en todos
los planos del desarrollo (participación política, empleo, salud, educación, pobreza, etc.), debido a la persistencia de ciertos patrones socio-culturales que justifi can y perpetúan las desigualdades de género. Si de verdad queremos lograr un verdadero desarrollo humano y sostenible, debemos transformar dichos patrones en los ámbitos gubernamentales, educativos y comunitarios, para promover relaciones igualitarias y respetuosas entre mujeres y hombres, y asegurar que la igualdad de género sea un objetivo central en las políticas públicas, en el quehacer institucional, en los proyectos y programas de desarrollo y en la cultura organizacional de empresas públicas y privadas.
Si quieres profundizar en este tema, visita las distintas secciones que ponemos a tu alcance:
Pese a estos importantes avances, las desigualdades entre mujeres y hombres perduran en todos
los planos del desarrollo (participación política, empleo, salud, educación, pobreza, etc.), debido a la persistencia de ciertos patrones socio-culturales que justifi can y perpetúan las desigualdades de género. Si de verdad queremos lograr un verdadero desarrollo humano y sostenible, debemos transformar dichos patrones en los ámbitos gubernamentales, educativos y comunitarios, para promover relaciones igualitarias y respetuosas entre mujeres y hombres, y asegurar que la igualdad de género sea un objetivo central en las políticas públicas, en el quehacer institucional, en los proyectos y programas de desarrollo y en la cultura organizacional de empresas públicas y privadas.
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